sábado, 19 de enero de 2019

DOS ESTUDIOS VINCULAN EL AUTISMO CON LAS VACUNAS


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La asociación entre el mercurio contenido en algunas vacunas, y el timerosal como conservante que incluye etilmercurio, que es claramente neurotóxico, han sido objeto de metaanálisis que confirman su asociación con el autismo.
El etilmercurio es un derivado del mercurio, y hay cientos de miles de personas afectadas por este componente de las vacunas. El timerosal es un compuesto mercurial orgánico que se encuentra presente en algunas vacunas, lo cual sucede desde hace décadas, a pesar de que es un peligroso neurotóxico, que incluso en cantidades muy pequeñas puede causar efectos adversos acumulativos.
A pesar de ello, los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés), de EEUU junto con todos los organismos internacionales que dicen garantizar la salud, se niegan a admitir que el mercurio y sus derivados en las vacunas ocasionan el Trastorno del  Espectro Autista (TEA).

Estudio de Geir Bjørklund
En septiembre del año 2017, según informa la web española DSalud, Geir Bjørklund, científico del Consejo de Medicina Nutricional y Ambiental de Noruega, publicó en “Environmental Research” un trabajo denominado “The toxicology of mercury: Current research and emerging trens” (La toxicología del mercurio: investigación actual y tendencias emergentes). En dicho trabajo, define el mercurio (Hg) como “metal tóxico bioacumulativo persistente con propiedades fisicoquímicas únicas”, al que nos exponemos a través de la ingesta de mariscos contaminados (metilmercurio), las amalgamas dentales, las vacunas (etilmercurio) y el agua y aire contaminados (cloruro de mercurio).
Según afirma en su trabajo, “el mercurio se considera neurotóxico e inmunotóxico y la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) lo considera uno de los diez productos químicos más peligrosos para la salud pública. Se ha demostrado que la vida media del mercurio inorgánico en cerebros humanos es de varios años a varias décadas”. Además, sostiene que “numerosos estudios muestran vínculos entre la exposición al mercurio orgánico y mayores riesgos de trastornos del neurodesarrollo; como tics nerviosos, el Trastorno del Espectro Autista (TEA), el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y el retraso en las habilidades del lenguaje y el habla. Con el tiempo, las formas orgánicas de mercurio se depositan en el cerebro y se metabolizan a mercurio Hg (Hg2+). Y los mercuriales también pueden provocar reacciones inmunológicas”.
Incluso la misma Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades (ATSDR) de los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC) reconoce que los niños pequeños y los fetos son especialmente sensibles a los efectos dañinos y nocivos del mercurio, como por ejemplo “daño cerebral, retraso mental, incoordinación, ceguera, convulsiones e incapacidad para hablar”.  Las intoxicaciones por derivados del mercurio, como el metilmercurio que se encuentra presente en el pescado, son reconocidas por las entidades de salud mundiales; pero al aplicar el mismo principio al etilmercurio del timerosal, que constituye el 50% del compuesto, las mismas entidades sostienen que la cantidad es demasiado pequeña para resultar tóxica, argumento que no es científicamente válido ni comprobado.
Debemos destacar que Bjørklund sostiene como demostrado que el mercurio orgánico atraviesa la barrera hematoencefálica.

Estudio de Michael Wagnitz
El Director de Investigación del Departamento de Toxicología de la Universidad de Wisconsin en EEUU, Michael Wagnitz, realizó un informe acerca del timerosal contenido en las vacunas contra la Gripe A, en el cual dictaminó que “el etilmercurio (el tipo que se encuentra en las vacunas), al igual que el metilmercurio (que se encuentra en el pescado), es un compuesto de cadena corta de alquilmercurio.”
El informe además consigna que “una vez en sangre ambas sustancias se distribuyen rápidamente por el cerebro en el que el más inestable, el etilmercurio, se convierte rápidamente en Hg++ (la forma inorgánica del mercurio), un tipo de mercurio que permanece atrapado permanentemente y es la forma ligada a las enfermedades degenerativas del cerebro”.
Mediante la inyección del mercurio a través del músculo se proporciona un acceso rápido al torrente sanguíneo y se evitan todos los mecanismos de desintoxicación del tracto gastrointestinal”, concluye Wagnitz.

Timerosal: toxina desaconsejada
Eli Lilly desarrolló en 1930 la toxina, y después de once meses de que fuera añadida como conservante en forma de timerosal a las vacunas destinadas a ser aplicadas a bebés junto con otros compuestos, empezó a ser diagnosticado con cierta frecuencia el autismo en Estados Unidos, un trastorno que hasta entonces era prácticamente desconocido.
Las evidencias desaconsejaban el uso del timerosal, pero a pesar de ello en 1991 los CDC recomendaron que los niños fueran inyectados con vacunas que contenían etilmercurio en las primeras 24 horas de vida como en el caso de la vacuna contra la Hepatitis B, y en los dos primeros meses con la vacuna Trivalente (difteria-tétanos-tosferina).
Hacia 1999, por impulso de los CDC, el número de vacunas aplicadas en los primeros años paso de 11 a 22, aumentando inmediatamente los casos de autismo en todo el mundo.
Si el autismo no es “contagioso”, y si para ser “hereditario” deben acreditarse antecedentes genéticos de autistas entre la ascendencia familiar que no se encuentran, no hallándose tal vinculación, resulta evidente que hay “algo” que está multiplicando los casos en el mundo de origen no genético hereditario ni por efecto de contagio.

Metaanálisis de Tina Jafari
Los metaanálisis son estudios que utilizan técnicas estadísticas de combinación y de comparación de resultados de diferentes estudios que abordan un mismo problema, de los cuales se obtiene la mejor evidencia disponible para abordar una patología y tomar las mejores decisiones en el cuidado diario de los pacientes. La noticia es que en 2017 se realizaron dos metaanálisis, comparando los niveles de mercurio en personas sanas con los de personas que padecen el Trastorno del Espectro Autista.
En septiembre de 2017 fue publicado un estudio en el Journal of Trace Elements in Medicine and Biology por un equipo de investigadores de la Universidad Shahrekord de Ciencias Médicas de Irán, que fue coordinado por Tina Jafari.  En dicho trabajo, fue evaluada la relación entre los niveles de mercurio en diferentes tejidos de personas con Trastorno del Espectro Autista.
El trabajo abarcó el examen de 44 estudios comparando la presencia de mercurio en la sangre entera, en los glógulos rojos, en el cabello, orina y tejido cerebral tanto de personas sanas como en enfermos diagnosticados como afectados de Trastorno del Espectro Autistas originarios de Egipto, China, Hong Kong, India, Italia, Polonia, Rusia, Eslovenia, Reino Unido, Jamaika, Kuwait, Arabia Saudita, Omán, México y Estados Unidos.
El estudio concluyó que “los resultados del metaanálisis revelan que el mercurio es un factor causal importante en la etiología del Trastorno del Espectro Autista pues las concentraciones eran significativamente más altas en la sangre, glóbulos rojos y tejido cerebral de los pacientes con Trastorno de Espectro Autista que en las personas sanas”.
Los investigadores resaltaron que el organismo humano cuenta con potentes mecanismos para afrontar la presencia de tóxicos y proteger los órganos, siendo uno de los principales las glutatión-S-transferasas (GST), que son enzimas de gran importancia en los mecanismos de desintoxicación celular, capaces de eliminar los xenobióticos o sustancias nocivas. Estos facilitan la unión del glutatión con el mercurio a fin de que pueda ser excretarlo a través de la bilis.
El estudio consigna la opinión de que “en pacientes con Trastorno del Espectro Autista los mecanismos de desintoxicación están alterados y estos pacientes tienen menor concentración de glutatión, lo que lleva a la retención de toxinas en el cuerpo”. Prosigue diciendo que “el proceso de desarrollo cerebral de los niños y la vulnerabilidad de su barrera hematoencefálica el mercurio puede acumularse en sus cerebros e iniciar un proceso de estrés oxidativo y neuroinflamatoroi así como aumentar los niveles de autoanticuerpos del tejido cerebral, factores importantes en la fisiopatología del autismo y otros trastornos del neurodesarrollo”.
La conclusión es clara y contundente: “de los resultados se deduce que la exposición al mercurio aumenta el riesgo de padecer Trastorno del Espectro Autista”.

Metaanálisis de Saghazadeh y Rezaei
El equipo de la Universidad de Ciencias Médicas de Teherán, coordinado por Amene Saghazadeh y Nima Rezaei, publicó un artículo en “Progress in Neuropsychopharmacology and Biological Psychiatry” con el título “Systematic review and meta-analysis links autism and toxic metals and higlights the impact of country development status: Higher blood and erythrocyte levels for mercury and lead, and higher hair antimony, admium, lead and mercury” (cuya traducción es la siguiente: La revisión sistemática y los metaanálisis vinculan el autismo con metales tóxicos influyendo en su impacto en el nivel de desarrollo del país: altos niveles de mercurio y plomo en sangre y eritrocitos y mayores niveles de antimonio capilar, cadmio, plomo y mercurio en el pelo).
Este metaanálisis no examinó solamente el impacto en el organismo del mercurio en las vacunas, sino que además el de otros metales tóxicos como el animonio, el arsénico, el cadmio, el plomo, el manganeso, el níquel, la plata y el talio. En el mismo, valoraron la presencia de todos ellos en la sangre entera, el plasma, los glóbulos rojos, el cabello y la orina. A tales efectos, fueron examinados los resultados de 48 estudios sobre personas sanas y pacientes afectados por el Trastorno del Espectro Autista de Egipto, India, Japón, Corea, Kuwait, Omán, Arabia Saudita, Italia, Polonia, Rusia, Eslovenia, Reino Unido y Estados Unidos.
El resultado reveló que los pacientes con Trastorno del Espectro Autista tienen niveles más altos de plomo y mercurio en los glóbulos rojos, y una sinergia entre los distintos contaminantes ambientales. Este estudio concluye sosteniendo: “nuestros hallazgos ayudan a resaltar el papel de los metales tóxicos como factores ambientales en la etiología del Trastorno del Espectro Autista, especialmente en los países en desarrollo, si bien hay otros factores ambientales que contribuyen en gran medida a su etiología en los países desarrollados”.

Conclusiones comunes
Los dos metaanálisis hallaron concentraciones significativamente más altas de mercurio en los glóbulos rojos de los pacientes con Trastorno del Espectro Autista que en los sanos. Esto se percibió en la sangre entera y también en los niveles más altos en plomo tanto en los glóbulos rojos como en la sangre.
No hubo diferencias significativas en los niveles de mercurio en la orina de los sanos y quienes padecen el Trastorno del Espectro Autista, pero si en el cabello. Las concentraciones de mercurio en el pelo fueron significativamente menores en los pacientes con Trastorno del Espectro Autista, pero al analizar los resultados por continentes, ello sólo sucedía en EEUU, pero no en el resto del mundo.
En los países desarrollados, los niveles de mercurio en el cabello de quienes sufren el Trastorno del Espectro Autista son significativamente más bajos que en los países en desarrollo, siendo la mayoría de los enfermos estudiados provenientes de EEUU.
Jafari sostiene que las personas que padecen el Trastorno del Espectro Autista tienen sus mecanismos y rutas de desintoxicación deterioradas y retienen el mercurio dentro de las células en lugar de excretarlo mediante el cabello, las heces y la orina. Y la otra explicación es que en los países desarrollados como EE.UU., suelen estar más contaminados por metales tóxicos, incluyendo el mercurio, es la enorme cantidad de vacunas aplicadas a los niños en sus primeros meses de vida. El timerosal en las vacunas aplicadas a las madres, puede pasar a los fetos, destacando que en EEUU anualmente se inoculan solamente de la vacuna contra la gripe, que contiene timerosal, 36 millones de dosis.

Vacunas a embarazadas
El timerosal puede afectar al feto, y mientras tanto se recomienda vacunar contra la gripe a las mujeres embarazadas, como “grupo de riesgo”. Afirman quienes buscan tal aplicación que el virus de la gripe puede provocar durante el embarazo cambios fisiológicos y alteraciones inmunológicas que afecten a los sistemas respiratorios, cardiovasculares y los órganos de la madre, y ésta tener mayor riesgo de infecciones y complicaciones potencialmente graves para ella y el feto. Pero la probabilidad de que esto suceda resulta prácticamente nula, a la vez que pocas investigaciones han evaluado la vacunación durante el primer trimestre, período en que el embrión resulta altamente vulnerable a toda sustancia tóxica.
En enero de 2017, un equipo de la División de Investigación del Northern California Kaiser Permanente de EEUU, encabezado por Ousseny Zerbo, publicó en JAMA un trabajo denominado “Association Between Influenza Infection

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